The Black Phone y sus máscaras







Uno de los rasgos que más me ha gustado del filme "The Black Phone" es el empleo de las diversas máscaras que combina el villano al que interpreta Ethan Hawke. 


El uso de ellas indica, desde mi punto de vista, la necesidad de tener una identidad propia pues, tal y como expuso el propio antagonista, él pasó por lo mismo que sus víctimas y estas, durante su estancia en el sótano, fueron despojadas de su identidad. Así, vemos dos tipos de máscaras completas que se van modificando de acuerdo a su estado de ánimo o, mejor dicho, de acuerdo a lo que él quiera transmitir porque es lo que desea. La máscara bonachona es la que utiliza cuando quiere entablar contacto con sus prisioneros, mientras que la iracunda es la que expresa esas ansias de matar. Con la primera dice algo totalmente perturbador "No te haré nada... que tu no quieras" a la par que le acaricia el pelo. Aquí vemos que esa afirmación es una pantomima y que los deseos del protagonista no tienen cabida.


Si atendemos a una de las escenas más escalofriantes de todas vemos como observa a su última presa mientras duerme mostrando un semblante triste. En ese caso, porta la parte de abajo de la máscara, pero elimina la de arriba para que se le vean sus ojos. Eso refleja una lucha interna entre el monstruo (por lo que desea hacerle al adolescente) y el hombre civilizado. Por eso se le ve llorar. Porque, inevitablemente, explotará en un futuro. 


La catarsis de toda esa idiosincrasia se testifica cuando el muchacho se zafa de él pegando un golpe a su máscara de diablo. Cuando lo hace, esta sale disparada y él, en lugar de aprovechar su fuerza física, se echa las manos a la cara y se rinde. Eso se debe a que sin máscaras, carece de identidad.

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