E. de Escarlata.
Hace unos meses escribí la primera parte de "Relaciones tóxicas en la ficción" porque yo, al igual que muchas otras personas, he vivido una relación tóxica ya fuera de pareja o de amistad. Yo he escuchado muchas veces eso de que "yo nunca tendré rasgos tóxicos", pero desafortunadamente estos acaban contaminando. Muchas veces los adoptamos porque vemos como se dibujan estos gestos en las películas o series y como se romantizan los mismos porque, tal y como ha afirmado J.M Menéndez (2001, p.23). los medios de comunicación audiovisual:
“actúan como educadores informales, es decir, tras su dimensión lúdica esconden una faceta formativa, y si se poseen las herramientas y los criterios adecuados […] se pueden concebir desde otras perspectivas más formales y, en consecuencia, con un objetivo educativo” .
Ya sea para bien o para mal.
Así que en esta entrada enumeraré tres parejas en la ficción insalubres; Erika y Walter de La Pianista de 2001. En segundo lugar, Hache y Babi de Tres Metros Sobre El Cielo de 2010 y Elisabeh y Lota de Luna en Brasil de 2013.
Antes de nada, me gustaría dejar claro que esto es una crítica a la toxicidad que va implícita en las relaciones amorosas de los filmes y no es una crítica ni a los actores que están interpretando un papel ni a las cintas que emiten esa imagen porque, realmente, es algo que sigue vigente en nuestra sociedad dada la necesidad que se tiene de justificar la celopatía que muchas veces se camufla en "preocupación por el otro".
La Pianista.
Esta obra de Michael Haneke es de obligada visualización no solo por su hilo conductor ni por su realidad narrativa, sino también porque la trama está muy bien llevada a cabo.Además, cuenta con una banda sonora maravillosa creada por Martin Achenbach que consigue sumir al espectador en una psicosis a medida que van surgiendo los acontecimientos.

La sinopsis de esta película es simple; se produce ese cliché romantizado de un alumno que se obsesiona con su profesora y viceversa. Lo realmente complicado es la psicología de la pianista y ese talante tan opresor del joven. Sin entrar en muchos spoilers, la profesora, Erika (Isabelle Huppert) tiene un pasado oscuro que comenzó cuando era pequeña que, aunque no se explica lo que ocurrió, se intuye por el comportamiento de su madre. Walter (Benoît Magimel) por su parte, se presenta como un estudiante modelo, entusiasta y buenazo. En todo momento parece que es Erika quien tiene el control, pero a escasos veinte minutos para que finalice la historia podemos ver un cambio en el joven que pasa de ser un osito achuchable a un manipulador y dominante nato.
SPOILER: Ella decide terminar la relación porque se da cuenta que los gustos sexuales que deseaba no se correspondían con la realidad. Él, en un ataque de locura, va a su casa, encierra a la madre de esta en una habitación y la viola. Él se justifica afirmando que ella quería que pasase eso porque lo había provocado. Al día siguiente, se la encuentra y actúa como si no hubiera pasado nada y ella se clava un cuchillo en el corazón y desaparece entre el gentío.
La Pianista de 2001 es la adaptación de la novela homónima de la escritora austriaca, Elfriede Jelinek y tengo que decir que es mucho más explícita que la obra de Haneke, pero recomiendo ambas cosas.
Tres Metros Sobre El Cielo.
Lo que más me molesta de esta trilogía es que, de las tres películas aquí expuestas, es la que más romantizada y peor narrada está. La trama es otro ciclé, chico "rebelde" se lía con una chica rica y ya está. ¿La realidad? Se puede ser rebelde, pero no mala persona y Hache, el protagonista, está tan blanqueado que se disfraza de "rebelde" siendo un violento a unos niveles de infarto. De ahí que su método resolutivo a cualquier tipo de conflicto fuera la violencia. El problema es que esto fue adoptado por un público entusiasta. Babi, llora más de la mitad de la primera película por los hábitos de Hache y más del setenta por ciento del público estaba encantado con esa relación de pareja. ¿Qué es lo que hace falta decir o hacer para que se erradique del imaginario colectivo el dicho popular de "quién mal te quiere te hará reír y quién bien te quiere te hará llorar?"
Esta trilogía es la adaptación del libro de Federico Moccia que tiende a escribir novelas para adolescentes. Sinceramente, podría usar sus éxitos literarios para enfocar sus temas de otra manera porque los títulos traducidos al castellano de sus escritos Esta noche dime que me quieres o Buscando desesperadamente a Niki dejan mucho que desear y dan ganas de correr y no parar hasta llegar a las Fiji.
Luna en Brasil.
Adaptación de Flores Raras e Banalíssimas de Carmen L. Oliveira, la película narra las desavenencias biográficas de los años que pasó la poetisa, Elisabeth Bishop en Brasil cuando se enamoró de la arquitecta, Lota de Macedo Soares. En el filme hay dos personas que emanan una toxicidad que huele a kilómetros, Lota y la ex novia de Lota, Mary quien, a su vez, era muy amiga de Elisabeth cuando eran universitarias. A pesar de esto, me centraré en la relación de Lota y Elisabeth.
Elisabeth es interpretada por Miranda Otto y Lota por Glòria Pires. He de decir que, al igual que en La Pianista, las dos protagonistas han estado sublimes tanto por su complicidad escénica como por sus actuaciones. A mí me sorprendió gratamente porque es una película que narra muy bien dos realidades, la primera, que una persona rica fuera el año que fuera, en este caso es en los cincuenta y sesenta, podía hacer lo que le diera la gana. Mismamente, Lota después de dejar a Mary por Elisabeth, a modo de "compensación" SPOILER va a una aldea pobre donde hay un matrimonio con varios hijos y compra uno para darselo a Mary.
Los primeros síntomas de asincronía en la pareja se perciben cuando Lota se muestra partidaria de los militares de extrema derecha que dieron un golpe de Estado en 1964 que acabaron con el régimen político democrático existente. Bishop, por su parte, fue una progresista que estudió en la facultad neoyorquina de Vassar, la meca del feminismo estadounidense. En segundo lugar, Lota se siente conforme con Beth cuando se emborracha y pierde su carácter emancipador. Por último, cuando Beth decide marcharse y deja a Lota, la arquitecta se obsesiona, no acepta un no por respuesta y se victimiza hasta unos límites nada sanos. Finalmente, va a Estados Unidos para buscar a la poetisa y cuando la encuentra se da cuenta de que ha pasado página y, queridos lectores, ¿qué es lo que hace? Suicidarse. ¡Cuánto daño ha hecho el romanticismo al amor! Siempre he barajado la hipótesis de que, de no haberse suicidado, quizás la habría asesinado y luego se habría matado porque es algo que se ha repetido una y otra vez.
Es importante tener en cuenta que la toxicidad va con la persona y he citado el ejemplo de Lota, pero podría haber hecho alusión a Brian de Queer as Folk. Mucha gente se queda anclada en una relación pensando que no va a poder vivir sin la otra persona, pero eso es solo un mito. Hay tres rasgos que indican sí o sí que estás en una relación de mierda; cuando te aleja de tus seres queridos, cuando se victimiza echándote la culpa a ti de sus problemas y, por último, cuando tú intentas defenderte de sus desplantes y te echa en cara que "estás muy susceptible". Hay varios indicadores más, pero estos son los ecuménicos. En serio, si estás así busca ayuda porque estarás en una fase de despersonalización tremenda.
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