El fin de la interpretación
E. de Escarlata.
Este es un tema que me lleva rondando en la cabeza bastante tiempo pero sobre el que he decidido no escribir porque genera bastante controversia y porque vivimos en un mundo que tiende a la polarización radical. Hace una semana leí que, actualmente, hay "activistas" que demandan que los homosexuales y los transexuales deben ser los que caractericen a personajes que pertenecen a estos colectivos. Dos puntualizaciones. La primera, estos no son activistas de verdad porque si lo fueran estarían en la calle luchando por su causa en lugar de quedarse en casita como millennials consentidos que tienen más ganas de hacer ciber-bullying y de ridiculizar al prójimo que dialogar como personas decentes. La segunda, ¿dónde queda el trabajo de interpretación?
Yo creo que esta tendencia tan estúpida se inauguró en Estados Unidos cuando se implantó en las universidades más elitistas un activismo de lo políticamente correcto basado en la corrección política y en denunciar la apropiación cultural. Como cabía de esperar, esto trascendió a todos los ámbitos y es que, en 2018, Scarlett Johansson abandonó un papel en el que interpretaría a una mujer transexual por ser una mujer cisgénero. La película era Rub and Tug y su marcha la animaron unos Social Justice Warriors que la criticaron hasta la saciedad. Hace un mes, el actor Lucas Grabell, Ryan en High School Musical, reveló en una entrevista que su papel en esta película se lo deberían haber asignado a un homosexual. ¿No es esto otra forma de discriminación? La definición de actor y de actriz hace referencia a quien interpreta una acción en una obra cinematográfica o teatral. Así, podemos cuestionarnos lo siguiente ¿donde están los límites de la actuación?. Hace unos años se puso en tela de juicio la concepción del humor, de la libertad de expresión y ahora de la actuación. Me pregunto si el próximo escalón de esta pirámide que se conforma con las voces inútiles de todos los ofendiditos afectará también a las actrices y actores de voz y de doblaje.

No me imagino, por ejemplo, Una Chica Danesa sin Eddie Redmayne. Sinceramente, creo que el principal problema radica en la forma que se tiene de mediatizar según que producto cultural. Sin ir más lejos, en Wentworth, hay una actriz transexual de la que nadie habla. ¿Por qué? porque es algo que se debería normalizar y ella no ha necesitado que nadie le de bombo por su condición sino que se ha abierto camino porque ha trabajado para ello. La actriz Belén Cuesta declaró que "una actriz cisgénero puede hacer de mujer trans y viceversa". Mismamente, en la serie Sense8 aparece la mujer trans Lana Wachowski, Daniela Vega que estuvo tremenda en Una mujer fantástica o Antonia San Juan en La Que Se Avecina donde interpreta a una mujer de mediana edad.
Con esto, lo que quiero decir es que es peligroso el horizonte que se vislumbra en las sociedades posmodernas occidentales porque se está recurriendo a una "etiquetación" de las personas que no lleva a nada. Con las conquistas de los derechos del colectivo LGBTI+ se han visibilizado, y espero que siga in crescendo, estas minorías sexuales que hasta hace poco, al menos en el Estado español, estaban estigmatizadas jurídicamente con la Ley de vagos y maleantes que estuvo en vigencia desde 1954 hasta 1970 donde se recogía que
"Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás"
Desde 1970 hasta 1995 fue sustituida por la Ley de Peligrosidad Social y, lo más perturbador, es que la Organización Mundial de Salud había clasificado a los homosexuales y a los transexuales como enfermos mentales. Una barbaridad que parece que no se tiene en cuenta. Si se tuviera en cuenta, no se lucharía por estupideces del calibre "vamos a destrozar mentalmente a Scarlett para que no haga una película en la que INTERPRETARÍA a una transexual". Se lucharía por acabar con el turismo sexual que lleva a hombres a Tailanda a violar a transexuales que son prostituidos. Se combatiría para mejorar la situación de los transexuales en todos los países, incluso en uno tan supuestamente demócrata como España, donde la mayoría de personas trans no consiguen trabajos bien remunerados y deben prostituirse. Y, por educación, por memoria histórica y por los activistas que lucharon y que murieron por esta causa, se debería tener en cuenta a las víctimas que sufrieron esta represión no para fomentar el odio, sino porque se lo merecen por cruentos años de lucha. Una lucha que está siendo infectada por unos imbéciles que no tienen ni idea de quien fue Jane Addams, a quienes les suena Federico García Lorca porque lo vieron en tendencias de Twitter pero del que no han leído nada o quien es Carla Antonelli, probablemente, una de las mujeres más importantes en estas conquistas sociales.
Para acabar, dos recomendaciones. La primera, antes de dejarse la piel en el teclado por una actriz o por un actor estaría bien que se prestase más atención a los abuelos, a los amigos o a las parejas. Ellos son los que están, los otros solo interpretan un papel. La segunda, basta ya de postureo en redes que no vale para nada. En lugar de mostrar un activismo asiduo en redes, es saludable manifestarse en las calles por los ideales que se tienen porque, admitámoslo, si Twitter, Instagram y cia. colapsan, ¿estos ofendiditos se manifestarían en la calle o se quedarían en su sillón agazapados con la programación de ciertas plataformas de streaming descargada (ya sabeís que existe esta posibilidad "en caso de emergencia)


No me imagino, por ejemplo, Una Chica Danesa sin Eddie Redmayne. Sinceramente, creo que el principal problema radica en la forma que se tiene de mediatizar según que producto cultural. Sin ir más lejos, en Wentworth, hay una actriz transexual de la que nadie habla. ¿Por qué? porque es algo que se debería normalizar y ella no ha necesitado que nadie le de bombo por su condición sino que se ha abierto camino porque ha trabajado para ello. La actriz Belén Cuesta declaró que "una actriz cisgénero puede hacer de mujer trans y viceversa". Mismamente, en la serie Sense8 aparece la mujer trans Lana Wachowski, Daniela Vega que estuvo tremenda en Una mujer fantástica o Antonia San Juan en La Que Se Avecina donde interpreta a una mujer de mediana edad.
Con esto, lo que quiero decir es que es peligroso el horizonte que se vislumbra en las sociedades posmodernas occidentales porque se está recurriendo a una "etiquetación" de las personas que no lleva a nada. Con las conquistas de los derechos del colectivo LGBTI+ se han visibilizado, y espero que siga in crescendo, estas minorías sexuales que hasta hace poco, al menos en el Estado español, estaban estigmatizadas jurídicamente con la Ley de vagos y maleantes que estuvo en vigencia desde 1954 hasta 1970 donde se recogía que
"Los homosexuales sometidos a esta medida de seguridad deberán ser internados en instituciones especiales y, en todo caso, con absoluta separación de los demás"
Desde 1970 hasta 1995 fue sustituida por la Ley de Peligrosidad Social y, lo más perturbador, es que la Organización Mundial de Salud había clasificado a los homosexuales y a los transexuales como enfermos mentales. Una barbaridad que parece que no se tiene en cuenta. Si se tuviera en cuenta, no se lucharía por estupideces del calibre "vamos a destrozar mentalmente a Scarlett para que no haga una película en la que INTERPRETARÍA a una transexual". Se lucharía por acabar con el turismo sexual que lleva a hombres a Tailanda a violar a transexuales que son prostituidos. Se combatiría para mejorar la situación de los transexuales en todos los países, incluso en uno tan supuestamente demócrata como España, donde la mayoría de personas trans no consiguen trabajos bien remunerados y deben prostituirse. Y, por educación, por memoria histórica y por los activistas que lucharon y que murieron por esta causa, se debería tener en cuenta a las víctimas que sufrieron esta represión no para fomentar el odio, sino porque se lo merecen por cruentos años de lucha. Una lucha que está siendo infectada por unos imbéciles que no tienen ni idea de quien fue Jane Addams, a quienes les suena Federico García Lorca porque lo vieron en tendencias de Twitter pero del que no han leído nada o quien es Carla Antonelli, probablemente, una de las mujeres más importantes en estas conquistas sociales.
Para acabar, dos recomendaciones. La primera, antes de dejarse la piel en el teclado por una actriz o por un actor estaría bien que se prestase más atención a los abuelos, a los amigos o a las parejas. Ellos son los que están, los otros solo interpretan un papel. La segunda, basta ya de postureo en redes que no vale para nada. En lugar de mostrar un activismo asiduo en redes, es saludable manifestarse en las calles por los ideales que se tienen porque, admitámoslo, si Twitter, Instagram y cia. colapsan, ¿estos ofendiditos se manifestarían en la calle o se quedarían en su sillón agazapados con la programación de ciertas plataformas de streaming descargada (ya sabeís que existe esta posibilidad "en caso de emergencia)

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